Es una receta sencilla pero algo trabajosa. Siempre que hago algo con bechamel por el medio es lo primero que me quito de encima porque hay que estar bastante pendiente de ella mientras se hace. Así que para empezar en una olla a fuego medio echamos las dos cucharadas de mantequilla y dejamos que se derritan. Cuando esté le añadimos la harina y removemos con unas varillas un ratito para que se mezcle todo y se vaya cocinando la harina. Ahora le bajamos al fuego y vamos añadiendo la leche poco a poco, sin dejar de remover y añadimos también un poco de sal y una pizca de nuez moscada. Cuando esté lista la retiramos del fuego y reservamos.

Ahora vamos a empezar con el relleno. Antes de comenzar con la bechamel podéis poner ya a remojo la soja texturizada. Mientras dejamos la soja escurriendo vamos picando la cebolleta y los ajos tiernos y los ponemos en una sartén con un fondo de aceite a fuego medio/alto, para que se doren. Le podéis echar ya una pizca de sal para ayudar a que suden un poco. Ahora subimos el fuego y añadimos la soja. Cuando esté en ese punto ya podemos bajar el fuego al mínimo y añadir la salsa de tomate. Le echamos también un poco de la bechamel (2 o 3 cucharadas) para que nos quede un relleno compactito. Ahora ya podemos añadir la albahaca y el orégano y retiramos la mezcla del fuego.

Para hacer las placas cortamos tiras finitas de unos 2 o 3 milímetros más o menos como una placa normal de pasta para lasaña. Si tenéis una mandolina que os permita cortar con ese grosor es perfecto. Si no con un pelador de patatas se puede hacer.

Cuando tengáis las placas listas las pasamos por la plancha a fuego medio para cocinarlas y dorarlas un poco. 

A montar.

Ponemos ya el horno a calentar en posición de gratinado. En la parte inferior de la bandeja ponemos un poco de tomate casero para que las laminas de calabacín no se peguen. Después vamos colocando un fondo de calabacín, relleno, calabacín, relleno, calabacín, relleno y calabacín. Yo suelo poner un poco de bechamel y queso antes de poner otra placa de calabacín.

Echamos por encima la bechamel y añadimos también algún queso para gratinar. Metemos al horno un par de minutos, vigilando porque en nada se nos carboniza, y cuando el queso esté doradito ya apagamos y la tenemos lista para servir. Por supuesto también la podéis dejar hecha del día anterior. En ese caso yo no añadiría aún el queso. Primero calentaría unos 10 minutos la lasaña, y después le echaría el queso y gratinaría.